EL PAPA HABLA A LOS CATEQUISTAS EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA

EL PAPA HABLA A LOS CATEQUISTAS EN EL AÑO DE LA MISERICORDIA

Los catequistas deben por encima de todo el anuncio principal de la fe: el Señor ha resucitado.El Apóstol Pablo, en la segunda lectura, dirige a Timoteo, quiere que fijemos nuestros ojos fijos en lo que es esencial para la fe, el anuncio pascual, el primer anuncio, que es: el Señor Jesús ha resucitado, el Señor Jesús te ama, ha dado su vida por ti; resucitado y vivo, está a tu lado y te espera todos los días. Nunca debemos olvidarlo. 

Los catequistas saben que a Dios-Amor se le anuncia amando:No a fuerza de convencer, nunca imponiendo la verdad, ni mucho menos aferrándose con rigidez a alguna obligación religiosa o moral. El Señor no es una idea, sino una persona viva: su mensaje llega a través del testimonio sencillo y veraz, con la escucha y la acogida, con la alegría que se difunde. No se anuncia bien a Jesús cuando se está triste; tampoco se transmite la belleza de Dios haciendo sólo bonitos sermones.

 

El Evangelio de este domingo nos ayuda a entender qué significa amar, sobre todo a evitar algunos peligros.El rico, en verdad, no hace daño a nadie, no se dice que sea malo. Sin embargo, tiene una enfermedad peor que la de Lázaro, que estaba «cubierto de llagas» (ibíd.): este rico sufre una fuerte ceguera, porque no es capaz de ver más allá de su mundo, hecho de banquetes y ricos vestidos. No ve más allá de la puerta de su casa, donde yace Lázaro, porque no le importa lo que sucede fuera. No ve con los ojos porque no siente con el corazón. 

Como servidores de la palabra de Jesús, estamos llamados a no hacer alarde de apariencia y a no buscar la gloria; ni tampoco podemos estar tristes y disgustados.No somos profetas de desgracias que se complacen en denunciar peligros o extravíos; no somos personas que se atrincheran en su ambiente, lanzando juicios amargos contra la sociedad, la Iglesia, contra todo y todos, contaminando el mundo de negatividad. 

El que proclama la esperanza de Jesús es portador de alegría y sabe ver más lejos, tiene horizontes, no tiene un muro que lo encierra; ve más lejos porque sabe mirar más allá del mal y de los problemas.Al mismo tiempo, ve bien de cerca, pues está atento al prójimo y a sus necesidades. 

 

Málaga, 4 de octubre de 2016. 

Manuel Márquez Córdoba.